Supe
que era ella desde el primer timbrazo.
Dudé en contestar pero pudo más mi morbosa curiosidad que mi sentido de
preservación.
Levanté
el auricular.
--“tu
amor es deplorable, al igual que tu presencia física. Tu corazón es el lugar más lúgubre que
he conocido, vos no sos hijo de Dios sino más bien del Dr. Frankenstein. Tu pensar y actuar es diabólico, lo
que antes me hacia reír hoy me asquea. Extraviarse
en ti es peor que ser condenado al infierno.
Tus palabras corruptas y la procacidad que te fluye tan
natural y antes me enloquecía de pasión ahora me provoca nauseas. Ahora solo te pido que te pierdas y te pudras
y ojala vivas para siempre.”--
Colgó.
Encendí
un cigarrillo, me saque la verga y me hice una paja pensando en la princesa que
acababa de robarme el corazón.
No comments:
Post a Comment